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7/10/14

Capitulo I: El principio del fin

1703, En un pequeño pueblo del caribe



El humo salía constante de la chimenea.  La pequeña cabaña estaba situada en la costa oeste de la Isla. Una mujer no mayor de los 30 llamaba a su hija para cenar. La pequeña estaba recogiendo conchas en la playa. La niña no era muy alta. Vestía un ligero vestido morado, que le llegaba a las rodillas. Tenía las mejillas sonrosadas, y unos ojos verdes brillantes. Llevaba el pelo, castaño claro,  recogido en una coleta, de la que se escapaban algunos mechones rebeldes.

-Robin, hija, ya está hecha la cena- dijo la mujer cariñosa

-Ya voy mama, ¿Qué has hecho esta vez?- La muchacha dejo las conchas en la arena y corrió hacia su casa.

La pequeña cabaña se alzaba sobre una pequeña colina en la que crecían flores de muchos colores. Eso le encantaba a la pequeña. La niña corría colina arriba sonriendo, se notaba que tenía hambre.
La joven madre se disponía a pasar cuando un ruido rompió la calma del lugar. Pronto otro sonido similar se escucho, la mujer se dio cuenta de que venían del lado este de la isla.

Un hombre venia corriendo a su encuentro.

-¡Olivia!- gritaba- ¡Olivia, corre!

La mujer salió a su encuentro

-¿Mike que ocurre? He oído dos cañón…- antes de que la mujer terminase la frase otro estruendo se escucho al otro lado de la selva que separaba la Isla.

-Nos atacan.- dijo el hombre exhausto

-¿Piratas?

El hombre negó con la cabeza- La armada- dijo simplemente


La preocupación se hizo más evidente en el rostro de la mujer, que le dirigió una mirada a su hija

-¿Qué? ¿Cómo es eso posible?- pregunto Olivia cada vez mas alterada

-Son españoles.

-Eso es imposible, esta isla está bajo la protección del rey- exclamo la mujer

-Al parecer ya no, Olivia. Hay que esconderse.

-¿Dónde? Somos demasiados para escondernos en una cueva.

-¿Y qué propones que hagamos?

-Luchar.- dijo simplemente. La mujer vio entonces que la pequeña se había enterado de todo. –Robin, escúchame, tienes que correr, hacia la playa

-Mama…- dijo la pequeña sin saber muy bien que pasaba

-Por favor hija, yo iré después- la intento tranquilizar- ahora vete y corre.

La muchacha le hizo caso a su madre. Estaba muy asustada, aun así la joven corrió todo lo que pudo y se perdió en el horizonte.

-¿Y bien Olivia?

-Coge tus armas Mike, hoy nos lo jugamos todo

La mujer corrió de nuevo a la pequeña cabaña, esta vez acompañada por Mike. Avanzo decidida hasta un armario, lo abrió y cogió un rifle que guardaba allí para emergencias, emergencias como esa.

Mike y Olivia corrieron hasta llegar  a la selva que separaba las dos mitades de la isla. 

Mientras tanto, Robin corría desesperada por la playa, sin saber a dónde ir. El sonido de las olas acompañaba sus pasos. Sin embargo se detuvo aterrorizada. Delante de ella se encontraba un hombre. 

Robin sabía que debía ser de la armada de la que habían hablado su madre y Mike. Vestía un uniforme amarillo mostaza, en la mano sostenía un rifle, y en el cinturón llevaba un sable.

Robín intento retroceder, pero era demasiado tarde. Aquel extraño hombre la había visto.

-¿Eres de aquí, chica?

Robín intento retroceder, pero el equilibro le fallo, haciendo que la niña cayese al suelo. El miedo le impedía hablar. Se había quedado paralizada.

-Tranquila, no te voy a hacer nada- intento tranquilizarla aquel individuo.-Me llamo Saúl. Venga pequeña, contéstame

Robín retomo el control sobre su cuerpo y se incorporo. Salió corriendo en la dirección contraria a la del hombre. Saúl la siguió a toda prisa. Al final consiguió alcanzarla. La agarro de la mano derecha. Robin estaba desesperada, lloraba.

-Déjame- Grito la niña mientras lloraba. Intentaba escapar, pero el hombre la sostuvo muy fuerte.
-Tranquila, tranquila.

Robin no dijo nada más. Intento dejar de llorar, pero las lágrimas se escapaban de sus ojos inconscientemente.

-Veo que ya has visto el Galeón español, ¿Verdad?

La niña asintió, apretando los labios

-Escucha, había venido a avisaros. Pero mi balsa se rompió por el camino… Lo siento chica…
El hombre se puso tenso de repente. Agarro a la niña y le tapo la boca.  Salió corriendo con ella.  Se escondieron detrás de una mata de arbustos.

Aparecieron otro grupo de hombres como Saúl. Todos con uniforme. Robin lloraba, pero Saúl seguía tapándole la boca, para que no hiciese ruido. Mientras tanto los soldados españoles avanzaban sin percatarse de su presencia.

-El desertor debe andar cerca- comento uno de ellos

-Maldita sea, el capitán no debería desertar antes de una misión…

-¿Quién podría esperar que Saúl fuese un traidor?- dijo otro de ellos, notablemente enfadado
-No debe de andar lejos, estará en el pueblo…

Todos siguieron andando. Saúl relajo los músculos y soltó a Robin, que seguía indefensa. ¿Aquel hombre era un traidor? La niña estaba confusa.

-Sé lo que estas pensando, pero es demasiado tarde…- Dijo el apenado- Tienes que huir de esta Isla si quieres vivir…

-Mi… Mi madre está aquí. No me voy sin ella- Dijo la niña llorando

-¿A dónde ha ido?

-Se fue al pueblo con mi tío Mike…

-Vamos.- dijo simplemente.

Agarro a la niña y la subió a hombros. El capitán Saúl era un hombre gigantesco. Corrieron y pronto salieron de la playa. Llegaron a selva que separaba la isla en menos de 5 minutos.

-Muy bien chica, escóndete aquí, iré a por tu madre. ¿Cómo es?

-Es muy alta, tiene los ojos verdes, como yo. Se parece a mí. Se llama Olivia, y hoy llevaba un vestido azul muy bonito…- Robin no podía dejar de llorar

-Tranquila, tu escóndete aquí.- Dijo el dejando a la niña en el suelo.  Robin fue obediente, y se coloco detrás de unas hojas enormes, que la ocultaban completamente. Saúl desapareció entre la maleza.
Paso el tiempo, pero Saúl no aparecía. La niña estaba empezando a preocuparse. Se decidido por ir ella misma a buscar a su madre, pero unos ruidos la detuvieron. Se quedo allí agazapada entre las hojas, sin moverse, observando la escena.

Otros hombres como los que había visto en la playa aparecieron de la nada. Uno de ellos llevaba a una mujer.  Robin se quedo paralizada. Era su madre.

Aquel hombre la llevaba atada como si fuese un animal. Olivia tenía la cara manchada de sangre, y el vestido azul estaba destrozado.

-Por última vez mujer, ¿dónde está?

-No se dé que hablas…

-¿Donde tenéis el oro? Tu pareces lista, si nos lo dices detendremos la masacre.- dijo uno de ellos riendo. Robin apretaba los puños. Estaba demasiado asustada como para poder moverse.

-No hay oro aquí, somos una aldea de pescadores.- Dijo Olivia al borde de la desesperación.- Detened esto ya

-Oh vamos, no te creemos… Lo queréis para vosotros ¿Verdad?- Dijo el que la tenia agarrada.

-Aquí no hay or…- Antes de que Olivia terminase la frase uno de los hombres la derrumbo de un puñetazo, y ella cayó al suelo dolorida. La mujer no se levanto.

-Vaya vaya, así que tu oro es más importante que tu vida…- Dijo uno más serio que los demás. Ese mismo soldado agarro el rifle que tenía colgado de la espalda y apunto a la mujer.-Por última vez, ¿Dónde está?

La mujer no dijo nada. Miro directamente al hombre que la estaba amenazando. Y le escupió.
Se escucho un disparo. Y Robin vio claramente como la bala impactaba en el cuerpo de su madre. Olivia se derrumbo sin hacer ruido. Su vestido azul ahora tenía una mancha roja a la altura del vientre. Los hombres rieron. Robin no podía mas apretó los puños con más fuerza, pero no fue suficiente. Lloro, lloro como nunca antes había llorado. Y echo a correr. Corrió de nuevo hacia la playa, esperando encontrarse de nuevo con su tío Mike. Con Saúl. Con alguien.

Cada vez que cerraba los ojos veía de nuevo la imagen de su madre tirada en el suelo y ensangrentada.

Había dejado de prestar atención a la dirección en la que corría, y acabo llegando al pueblo. Había cruzado toda la isla. Y lo que vio fue tan horrible como lo sucedido en la selva. Todo estaba en llamas. Habían incendiado al pequeño pueblo de pescadores. La gente corría. Y también había algunos cuerpos sin vida en el suelo. La estampa era horrible. Y un galeón español bombardeaba sin piedad los restos de lo que en algún momento de su vida fue  su hogar.

Robin estaba atrapada. La desesperación se apodero de ella. No sabía qué hacer. Pronto se escucho otro estruendo. Y un cañonazo paso casi rozando el cuerpo de la niña. Esta callo al cuelo. Los sentidos dejaron de funcionarle durante un instante. Cuando se recupero de la explosión se levanto. Estaba cubierta de arañazos. La pequeña estaba destrozada. No podía ni caminar. Y ya se había quedado sin lágrimas que derramar.

Se iba a derrumbar en cualquier momento, pero un hombre la cogió de nuevo. Robin sentía que se estaban moviendo, pero no podía asimilar más información.

-Vamos chica, corre.

-¿Sa… Saúl?

-Venga, vamos, te he preparado un bote salvavidas- dijo casi gritando.

Saúl llevo a la pobre chica hasta la playa, intentando esquivar cada cañonazo que impactaba en el suelo. Al final llegaron a una pequeña cala, que no era visible para el galeón invasor. Saúl seguía corriendo con la niña en brazos, pero se oyó otro disparo, y Saúl cayó en la arena sosteniendo todavía a la niña.

-No me esperaba esto de ti, viejo amigo…- Dijo una voz a lo lejos.

-Sabes tan bien como yo que esto está mal- Grito Saúl

Robin seguía confusa, habían disparado a aquel soldado. El hombre se adelanto hasta donde estaba Saúl y vio a la pequeña.

-Puede que tengas razón, pero a mí me da igual, las órdenes son órdenes. Y ahora eres un traidor, como tu superior debo terminar con esto aquí y ahora.

Robin retrocedió y se alejo de Saúl. Aun tenia lagrimas en los ojos.

-Ayúdame- fue lo único que pudo decir.

-Escúchame chica, corre, ve, ¡Huye!- le grito Saúl a la niña- ¡Tienes que vivir!

-¿Huir a donde…?- Dijo ella a media voz- Ahora estoy sola…

-¡Al mar! ¡El mar es muy grande, encontraras camaradas! ¡Nadie nace completamente solo en este mundo chica!

Robin corrió por la playa. Justo como había hecho esta mañana, pero era consciente de que era la última vez que lo haría. Corrió. Todo lo que pudo. Aun oía las palabras de Saúl y del otro hombre, hasta que se escucho otro disparo. Y la voz de Saúl dejo de sonar.



Robin volvió a llorar, pero siguió corriendo. Pronto encontró el bote que Saúl le había preparado. Se subió y comenzó a remar. No sabía a dónde ir, no tenia mapa, solo remó. Remó hasta desfallecer. Remó hasta que su pequeña Isla desapareció en el horizonte. En ese momento paro. Paro y lloro. Lloro por todo lo que había perdido aquel día. Lloro por su isla en llamas. Por los cañonazos, por Saúl y por su madre. Lloro por todos ellos. Y después se desmayo.


4 comentarios:

  1. ¡Me dejas con ganas de más! Menudo inicio tan... dramático. ¡Me recuerdas a mí!
    ¡Un besín!

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    1. ¡No te puedes ni imaginar cuanto me alegro al oír eso! Me alegro de que te guste^^ mañana subo el siguiente:)

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  2. Wow, me ha encantado!, sigue así, me has dejado en ascuas hahaha.
    ¡Besos!
    P.S. ¡nueva seguidora!

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    1. Oh muchas gracias^^ espero que te guste el resto de la historia^^

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